Cultura, Empordà, Excursión
En Llafranc contamos con nuestro dolmen. Aunque tiene una edad entre 3800 y 5500 años, hasta 1954 nadie cayó en la cuenta de que allí estaba, entre viñas, pinos y vegetación, usado como barraca para guardar aperos de labranza.
El primero al que le picó la curiosidad fue Miquel Mascort i Martó pero nadie creyó que fuera posible que hubiera un dolmen ahí mismo, cerca de la costa, al lado de donde paseaban los veraneantes.
Así que pasaron diez años más hasta que el profesor Lluis Esteve i Cruañas, eminente especialista, lo estudió, investigó y clasificó correctamente cómo dolmen. ¿Quién lo construyó? ¿Cómo es que acabó en este territorio tan poco habitual? Los expertos creen que los constructores de megalitos en Catalunya eran pastores nómadas que bajaban desde los Pirineos y que al establecerse cerca de la costa fueron modificando sus costumbres y creencias y evolucionaron hacia formas y manifestaciones espirituales de rituales más complejos.
Lo más chusco de nuestro dolmen fue que, una semana después de ser estudiado, una familia del lugar lo derruyó para evitar que su hijo pequeño, que solía jugar por allí, se hiciera daño con el desprendimiento de una de las rocas.
Tuvieron que reconstruirlo y dejarlo tal y como estaba antes.
Visitar el dolmen es fácil. Está cerca del centro y se puede llegar andando hasta él. Pregunte en recepción del Hotel.