En Palafrugell, el domingo es día de mercado.
Si vais algún domingo de verano os va a costar aparcar. Haceos a la idea. Y es que el pueblo está en ebullición Todas las tiendas están abiertas, en la calle, hay tenderetes de payeses que os venderán directamente los productos de sus huertas: tomates que aún estaban en la mata en la madrugada, judías tiernas y acelgas que aún respiran, berenjenas y pimientos maduros y sabrosos, fruta con sabor a fruta, manzanas, melones, melocotones y albaricoques, ciruelas y sandías…en la misma calle, encontraréis tenderetes de especias y hierbas aromáticas, de productos ecológicos, de huevos y de quesos artesanales. Hay color, olores y animación. El edificio del mercado del pescado está en su apogeo. Aquel día ofrecen de todo, marisco, pescado de la costa, pescado del Norte…y el de la carne, edificio recientemente renovado, ofrece desde la simple butifarra al foie más lujoso. También hay tenderetes de ropa, de enseres de cocina, de cachivaches varios.
Es la fiesta del encuentro, es el momento de compartir, de descubrir, de encontrar.
En la plaza, todos los bares tienen las terrazas abiertas y casi nadie evita la tentación de sentarse a tomar un aperitivo. Allí se comparten las últimas noticias.
Sin embargo al día siguiente, el lunes, Palafrugell queda dormido, jadeando de cansancio después de tanta agitación. El lunes podréis aparcar fácilmente.